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viernes, 29 de abril de 2016

Torito Zuviría

¡El ojo! ¡El ojo! gritó Mosquera, y concretó-: ¡Se le ha caído el ojo!

Entonces todos dirigimos nuestras miradas al suelo y empezamos a rastrear el patio. Me olvidé del golpe recibido (aunque aún me picaba la nuca) y comencé a actuar. El ojo de cristal de Velázquez no aparecía. Estábamos tan ensimismados en la tarea que ni nos preocupamos por Velázquez. Incluso El Charli se puso a buscar.

¿Qué ojo?había preguntado. Colón le dio las explicaciones oportunas.¡No me jodas!dijo poniéndose a cuatro patas.

De repente, levanté la vista del suelo y vi a Velázquez mirándonos con un gesto de extrañeza. El ojo ceniza estaba en su sitio.

¿Qué hacéis?me preguntó.

Yo no sabía qué contestar. Miré a mi alrededor y sólo vi gente tirada por el suelo. Velázquez movió los hombros hacia arriba y volvió a preguntar, ahora a todos:

¿Eh? ¿Qué buscáis? ¿Puedo ayudaros?

Rodero suspendió la batida, alzó la vista y exclamó:

¡Lo tiene en la cara! ¡Tiene el ojo en la cara!

Y se escuchó la risa de Velázquez. Sí, para sorpresa nuestra, estaba riéndose a carcajadas.

El regate cola de vaca, de Rafael González.

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