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miércoles, 31 de agosto de 2016

Escribir y reescribir

“Cojo frases y les doy vueltas. Eso es mi vida. Escribo una frase y le doy una vuelta. Luego la miro y le doy otra vuelta. Luego como algo. Luego vuelvo y escribo otra frase. Luego tomo el té y le doy una vuelta a la nueva frase. Luego vuelvo a leer ambas frases y sigo dándoles vueltas. Luego me echo en el sofá y pienso un poco. Luego me levanto, lo tiro todo a la papelera y empiezo desde el principio. Y si me desentiendo de esa rutina durante más de veinticuatro horas, me pongo frenético de aburrimiento, por la sensación de estar desperdiciando el tiempo.”

La visita al maestro, de Philip Roth.

martes, 30 de agosto de 2016

La cena equivocada

Primer libro que cae en mis manos de Ismaíl Kadaré. Y tengo por seguro que no será el último.

Reconozco que, a pesar del resumen de la contraportada (donde viene bien explicadito de qué va la historia), me costó ubicarme un poco al principio en cuanto al contexto histórico se refiere. Lamenté no saber algo al menos sobre la historia de Albania, para haber aprovechado más la lectura. En cualquier caso,  lo que me gusta de este tipo de sensaciones es que la ignorancia es temporal si uno lo quiere así. Así que, en cuanto tenga un poco de tiempo, me pondré a leer la historia de este país, con sus costumbres y leyendas también, algo que es recurrente en la obra de Kadaré, según he podido saber.

Bueno, vamos a  por la cena.

Estamos en la Segunda Guerra Mundial, concretamente en el año 1943.

Gjirokastër…tengo un amigo aquí…”. Estas son las primeras palabras que pronuncia el comandante de la división alemana, el coronel Fritz Von Schwabe. El amigo al que se refiere es Gurameto el grande, cirujano y ginecólogo. Compañeros en la universidad en Munich , no se han visto desde entonces. Y si al anfitrión Gurameto le decimos “el grande” es porque tenemos a otro Gurameto, al que llamamos “el chico”, que también es cirujano y ginecólogo.

Cuando por fin se encuentran, a Gurameto el grande le extraña que su amigo haya cambiado tanto. Es como si no le reconociera. Aun así, le invita a cenar a su casa, amparándose en la besa (la ley de la hospitalidad). A esa cena el coronel Fritz acude con varios acompañantes. Se dicen muchas cosas, se olvidan algunas: con el tiempo se descubre que se saben todas.

Sin embargo, Fritz está dolido porque en Gjirokastër le han atacado. Y por eso ha tomado rehenes. Gurameto le pide que los libere a todos, incluido a un farmacéutico judío. Fricciones, deliberaciones…Fritz acepta….por la antigua amistad.

Ahora estamos en el año 1953. Han pasado diez años y son los comunistas los que están en el poder. Quién le iba a decir a Gurameto el grande que esa cenaque nunca debió producirsetendrá esas consecuencias. Es detenido, junto con Gurameto el chico (siempre juntos, como siameses…)  y se le piden explicaciones sobre lo que pasó aquella noche. Dos jueces se encargan de su caso. No le dejan ni a sol ni a sombra.

Estamos en las semanas anteriores a la muerte de Stalin, el padre de todos los comunistas, que se produce el cinco de marzo. Uno de los jueces, obsesionado, le acusa de ser un “bata blanca”. ¿Cómo un médico puede querer asesinar a Stalin? ¿Es eso posible? Gurameto el grande está en el sitio equivocado y con la profesión equivocada.  Esta muerte hace que los hechos se desarrollen de manera precipitada, desordenada, entre maquinaciones y paranoias.

La que se ha liado por una cena....


lunes, 1 de agosto de 2016

Un pedacito del muro de Berlín en Madrid







Pedazo del muro de Berlín, ubicado originalmente  en Postdamer Platz.
 


Parque de Europa, Torrejón de Ardoz (Madrid)