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jueves, 21 de abril de 2016

Gafado

¿Cuándo se le había ocurrido aquella idea absurda? Dicen que hay que tocar fondo para tomar impulso y salir a flote. Leandro creía que llevaba ya años paseando por el fondo hasta que ocurrió el episodio de los huevos.

Resulta que un día estaba esperando para cruzar un paso de peatones, de vuelta de su trabajo de mierda, después de un día de mierda. Para colmo, iba cargado con un gran cartón con cuatro docenas de huevos que le había encargado su tía Elpidia porque cerca de su oficina los vendían más baratos. Iban a estar cenando tortilla francesa hasta la resurrección de los justos. Por el camino había comprado un cuponazo de la ONCE (seis millones de pepinos de premio). Luego rellenó un Euromillón (bote de treinta y seis millones) y finalmente recogió el décimo de lotería al que estaba abonado (otros tres millones). Esa semana tenía que tocar algo por narices. No era posible que, gastándose lo que se gastaba, llevara seis meses sin pillar un mal reintegro. Uno de esos días iba a ganar un saco de millones y se iba a enterar el mundo. No podría ser tanta mala suerte acumulada, en algún momento la vida le tenía que compensar.

La venganza es dulce y además no engorda, de Gervasio Posadas.

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