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martes, 11 de octubre de 2016

Los objetos nos llaman

Tenía pendiente leer algo de Juan José Millás y encontré el libro de relatos, Los objetos nos llaman, al azar en la biblioteca del barrio. En realidad buscaba La mujer loca, que me habían recomendado, pero no la encontré. Así que cogí este libro, sin saber al principio que se trataba de historias cortas, de una o dos páginas de extensión.

No soy muy aficionada a los relatos; prefiero las novelas, que consiguen que me involucre más con la trama y los personajes. Pero ya que lo tenía entre mis manos, pues había que leerlo, ¿no?

Son unos cuantas historias, todas con un estilo fluido y con un lenguaje muy sencillo, que hablan sobre escenas de la vida diaria, sobre la muerte, la familia...algunas realistas y otras surrealistas. Supongo que no es fácil encontrar siempre un final acertado o comprensible, y ésta es la sensación que he tenido en algunas de ellas. En cualquier caso, esto ya me ha pasado con algún que otro libro de relatos que he leído, así que entiendo que la comprensión (o ausencia de ella) es algo que me compete únicamente a mí como lectora. O no.

Uno de los relatos que no he entendido ha sido “Un alto en la terapia”, donde el protagonista soñaba que se comía unas bragas con cuchillo y tenedor. “Venían precocinadas, dentro de un estuche de aluminio, y no había más que meterlas dos minutos en el microondas.” El final me ha dejado con una cara de "pues vaya".

Por contraposición, uno de los textos que más me ha gustado ha sido “El brazo de derecho de mi padre”, que empieza así: “Mi padre no se dio cuenta de que apenas me había abrazado hasta que perdió el brazo derecho en un accidente laboral por el que estuvo cuarenta días hospitalizado.”

Sin embargo, éste ha sido un libro que he tenido que leer dejándolo reposar durante unos días tras la lectura de varias páginas. Se puede leer perfectamente de una sentada (tiene 241 páginas). Bueno, igual es mucho; mejor de dos sentadas, pero en mi caso he tardado bastante más. Me ha costado acabar el libro y, si lo he hecho, ha sido porque me parecía lo más coherente si quería escribir esta reseña. Las historias en su conjunto se me han hecho pesadas, repetitivas en muchas ocasiones y puedo decir, con total sinceridad, que me he empachado. Y esto no es bueno.  


jueves, 29 de septiembre de 2016

El sentido del humor

“Yo no soy irlandés. Nací en Cambridge, y creo que sigo siendo muy inglés. La gente suele decir que los ingleses han desarrollado sus cualidades de sangre fría y de reserva, y también una manera de enfrentarse con humor a los acontecimientos de la vida, incluidos los más trágicos. Es bastante cierto, y una completa estupidez por su parte. El humor no nos salva; no sirve prácticamente para nada. Uno puede enfrentarse a los acontecimientos de la vida con humor durante años, a veces muchos años, y en algunos casos puede mantener una actitud humorística casi hasta el final; pero la vida siempre nos rompe el corazón. Por mucho valor, sangre fría y humor que uno acumule a lo largo de su vida, siempre acaba con el corazón destrozado. Y entonces uno deja de reírse. A fin de cuentas, ya sólo quedan la soledad, el frío y el silencio. A fin de cuentas, sólo queda la muerte.”

Las partículas elementales, de Michel Houellebecq.


sábado, 17 de septiembre de 2016

Buena literatura vs mala literatura

“Para escribir bien es esencial leer buena literatura. Por eso vuelvo siempre a los clásicos: aguantan el paso del tiempo. Leer mala literatura es como comer comida basura”.  

Elizabeth Strout


jueves, 15 de septiembre de 2016

Hyperion

“El verbo leer, como el verbo amor y el verbo soñar, no soporta el modo imperativo. Yo siempre aconsejé a mis estudiantes que si un libro les aburre lo dejen. Que no lo lean porque es famoso o porque es moderno o porque es antiguo. La lectura debe ser una de las formas de la felicidad y no se puede obligar a nadie a ser feliz.” (Jorge Luis Borges)

En mi humilde opinión, Borges tiene toda la razón del mundo…siempre y cuando no tengamos en cuenta que hay veces que hemos tenido que leer un libro por obligación. Qué más me hubiera gustado a mí, en mi época de instituto, no tener que leerme algunos ladrillos que no había ni por dónde coger. Pero, o leía el libro y hacía los comentarios pertinentes, o me caía la asignatura de Literatura para septiembre.

A estas alturas de la vida, esos tiempos ya quedaron atrás y ahora puedo elegir qué leer y qué no. Y me tomo la licencia, faltaría más, de abandonar un libro si a las pocas páginas no me ha enganchado. Que tampoco es plan de sufrir así sin más.

Sin embargo, esto no quiere decir que no me atreva a leer géneros hacia los que siempre he sentido cierta reticencia. Me refiero a la ciencia-ficción. Pero esto ya cambió.

Hace pocas semanas acabé de leer Hyperion, de Dan Simmons.

Tengo que reconocer que al principio me costó un poco ubicarme. Quizás fuera por ese prejuicio que siempre le he tenido a este género, o porque había términos que me descolocaban porque nunca los había escuchado (lógico, si eran palabras inventadas). En cualquier caso, esto no afectó para la comprensión del texto y poco más me costó meterme de lleno en todas las aventuras de los personajes. No voy a explayarme hablando de la Hegemonía del Hombre, ni la Red de Mundos ni los éxters porque para eso hay que leerse el libro, que está muy bien.

Pero vamos, en un resumen muy resumido, en Hyperion, siete peregrinos se dirigen al encuentro del Alcaudón, que es una criatura enorme, con cuatro brazos, y agujas y cuchillos por todos lados. Como una imagen vale más que mil palabras, aquí va. Un poco de miedito sí que da, sí.

                                                    The Lord and the Colonel© Alex Ries 2013

El Alcaudón, relacionado con la muerte y el dolor, ha estado desaparecido durante unos siglos. Ahora parece que ha reaparecido y se ha organizado una peregrinación donde los elegidos descubren, al contar sus respectivas historias, que su designación se ha debido en cierta medida a su relación con el Alcaudón. Cada uno formulará su deseo pero sólo uno podrá ser concedido….

Las historias de cada peregrino son a cada cual más interesantes y variopintas. Es increíble la imaginación que tiene Dan Simmons. Maravillada me he quedado. Si alguien no se lo ha leído, que se lo lea, que merece la pena. 


miércoles, 7 de septiembre de 2016

Bailando waacking

Hoy tuve mi primera clase de waacking. No supe de la existencia de este baile hasta que estuve mirando academias de baile y los diferentes estilos que ofrecían. Obviamente, tuve que ver videos para ver si los movimientos eran muy bruscos o no (dicho esto, ni se me pasa por la cabeza hacer break dance). Y resultó que me veía capacitada a hacer un poco el “ridículo” en clase. Aunque, bien mirado, tampoco fue para tanto la cosa porque sólo éramos tres alumnas. Y la clase empezó con muy buen pie porque cuando entramos en la sala sonaba Jamiroquai...

Antes de seguir: ¿dónde nació el waacking? Pues el waacking surgió en los años 70 dentro de la comunidad gay de California.

Como una imagen (en este caso, video) vale más que mil palabras, aquí tenéis una muestra del baile, de un video que he cogido al azar de internet. Seguro que los hay muchos mejores.


Sobre todo, lo importante es el movimiento de los brazos y las muñecas, por encima de los hombros y hacia atrás. Me recuerda un poco al grupo Locomía, salvando la distancia, por supuesto. Vamos, que viendo a esta gente moverse así uno igual piensa que es fácil pero yo me he dado cuenta de que lo de la coordinación no va mucho conmigo. En cualquier caso, habiendo sido el primer día, no voy a ser muy crítica conmigo misma, que lo importante en realidad es pasarlo bien. Y no descoyuntarse, claro, que en el calentamiento casi se me queda tiesa la pierna derecha.

Pues nada, a seguir practicando con los brazos (las piernas no tienen tanto misterio) hasta la semana que viene.

miércoles, 31 de agosto de 2016

Escribir y reescribir

“Cojo frases y les doy vueltas. Eso es mi vida. Escribo una frase y le doy una vuelta. Luego la miro y le doy otra vuelta. Luego como algo. Luego vuelvo y escribo otra frase. Luego tomo el té y le doy una vuelta a la nueva frase. Luego vuelvo a leer ambas frases y sigo dándoles vueltas. Luego me echo en el sofá y pienso un poco. Luego me levanto, lo tiro todo a la papelera y empiezo desde el principio. Y si me desentiendo de esa rutina durante más de veinticuatro horas, me pongo frenético de aburrimiento, por la sensación de estar desperdiciando el tiempo.”

La visita al maestro, de Philip Roth.

martes, 30 de agosto de 2016

La cena equivocada

Primer libro que cae en mis manos de Ismaíl Kadaré. Y tengo por seguro que no será el último.

Reconozco que, a pesar del resumen de la contraportada (donde viene bien explicadito de qué va la historia), me costó ubicarme un poco al principio en cuanto al contexto histórico se refiere. Lamenté no saber algo al menos sobre la historia de Albania, para haber aprovechado más la lectura. En cualquier caso,  lo que me gusta de este tipo de sensaciones es que la ignorancia es temporal si uno lo quiere así. Así que, en cuanto tenga un poco de tiempo, me pondré a leer la historia de este país, con sus costumbres y leyendas también, algo que es recurrente en la obra de Kadaré, según he podido saber.

Bueno, vamos a  por la cena.

Estamos en la Segunda Guerra Mundial, concretamente en el año 1943.

Gjirokastër…tengo un amigo aquí…”. Estas son las primeras palabras que pronuncia el comandante de la división alemana, el coronel Fritz Von Schwabe. El amigo al que se refiere es Gurameto el grande, cirujano y ginecólogo. Compañeros en la universidad en Munich , no se han visto desde entonces. Y si al anfitrión Gurameto le decimos “el grande” es porque tenemos a otro Gurameto, al que llamamos “el chico”, que también es cirujano y ginecólogo.

Cuando por fin se encuentran, a Gurameto el grande le extraña que su amigo haya cambiado tanto. Es como si no le reconociera. Aun así, le invita a cenar a su casa, amparándose en la besa (la ley de la hospitalidad). A esa cena el coronel Fritz acude con varios acompañantes. Se dicen muchas cosas, se olvidan algunas: con el tiempo se descubre que se saben todas.

Sin embargo, Fritz está dolido porque en Gjirokastër le han atacado. Y por eso ha tomado rehenes. Gurameto le pide que los libere a todos, incluido a un farmacéutico judío. Fricciones, deliberaciones…Fritz acepta….por la antigua amistad.

Ahora estamos en el año 1953. Han pasado diez años y son los comunistas los que están en el poder. Quién le iba a decir a Gurameto el grande que esa cenaque nunca debió producirsetendrá esas consecuencias. Es detenido, junto con Gurameto el chico (siempre juntos, como siameses…)  y se le piden explicaciones sobre lo que pasó aquella noche. Dos jueces se encargan de su caso. No le dejan ni a sol ni a sombra.

Estamos en las semanas anteriores a la muerte de Stalin, el padre de todos los comunistas, que se produce el cinco de marzo. Uno de los jueces, obsesionado, le acusa de ser un “bata blanca”. ¿Cómo un médico puede querer asesinar a Stalin? ¿Es eso posible? Gurameto el grande está en el sitio equivocado y con la profesión equivocada.  Esta muerte hace que los hechos se desarrollen de manera precipitada, desordenada, entre maquinaciones y paranoias.

La que se ha liado por una cena....