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lunes, 6 de junio de 2016

Ecuador

COLOCAS UN HUESO, puede que un fémur de gigante, encima del mantel, hijo mío: a la hora de comer, a la hora de cenar, a la hora triste y minuciosa del desayuno; colocas ese hueso con un gesto casual que podría confundirse con la clemencia (tres hueso al cabo del día, no sé si distintos); y luego te quedas ahí, arrimado al fogón, mirando en el mantel el fémur del gigante, hijo: como ayunando con el hambre del otro; igual que si trataras de llorar con ese llanto duro y amarillo, hueco por dentro, que lo mismo tu madre que yo no habríamos sabido enseñarte nunca.

Las buenas intenciones y otros cuentos, de Ángel Zapata. 

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