«En Londres todas las clases están profundamente corrompidas. Durante la
infancia el vicio adelanta la edad. En la vejez sobrevive a los sentidos
apagados y las enfermedades de la lujuria han penetrado en todas las familias.
La pluma se niega a describir los extravíos, las vilezas a las cuales se dejan
arrastrar los hombres hastiados de todo, que no tienen sino los sentidos y cuya
alma es inerte, el corazón marchito, el espíritu sin cultura. Frente a una tal
depravación, San Pablo habría exclamado: «Anatema sobre los fornicadores», y
habría huido de esta isla sacudiéndose el polvo de los pies».
Paseos por Londres. (1840), de Flora Tristán.
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