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miércoles, 23 de marzo de 2016

El puñal

Yo te aprecio, mi puñal de noble acero. 
Te forjó para la venganza el soñador georgiano; 
te afiló para el combate el libre circasiano, 
mas yo te aprecio, claro y frío compañero. 

Una mano de lirio te puso en mi mano 
a la despedida, en prueba de amor, 
y no fue sangre lo que por ti se deslizó: 
fue una gota de llanto, clara perla de dolor. 

Y llenos de una tristeza misteriosa, 
en mí se detuvieron sus ojos negros. 
En la luz temblorosa, al igual que tu acero 
se empañó su mirada y lució más hermosa. 

Eres mi compañero, prenda de mudo amor. 
De ejemplo servirás a mi vida peregrina: 
como tú, no he de cambiar, y mi alma altiva, 
como tú, amigo fiel, será fuerte en el dolor.


 Mijaíl Lérmontov (1837)

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