Primer libro que cae en mis
manos de Ismaíl Kadaré. Y tengo por seguro que no será el último.
Reconozco que, a pesar del
resumen de la contraportada (donde viene bien explicadito de qué va la historia),
me costó ubicarme un poco al principio en cuanto al contexto histórico se
refiere. Lamenté no saber algo al menos sobre la historia de Albania, para
haber aprovechado más la lectura. En cualquier caso, lo que me gusta de este tipo de sensaciones es
que la ignorancia es temporal si uno lo quiere así. Así que, en cuanto tenga un
poco de tiempo, me pondré a leer la historia de este país, con sus costumbres y
leyendas también, algo que es recurrente en la obra de Kadaré, según he podido
saber.
Bueno, vamos a por la cena.
Estamos en la Segunda Guerra
Mundial, concretamente en el año 1943.
“Gjirokastër…tengo un amigo aquí…”. Estas son las primeras palabras
que pronuncia el comandante de la división alemana, el coronel Fritz Von
Schwabe. El amigo al que se refiere es Gurameto el grande, cirujano y
ginecólogo. Compañeros en la universidad en Munich , no se han visto desde
entonces. Y si al anfitrión Gurameto le decimos “el grande” es porque tenemos a
otro Gurameto, al que llamamos “el chico”, que también es cirujano y
ginecólogo.
Cuando por fin se
encuentran, a Gurameto el grande le extraña que su amigo haya cambiado tanto. Es
como si no le reconociera. Aun así, le invita a cenar a su casa, amparándose en
la besa (la ley de la hospitalidad).
A esa cena el coronel Fritz acude con varios acompañantes. Se dicen muchas
cosas, se olvidan algunas: con el tiempo se descubre que se saben todas.
Sin embargo, Fritz está
dolido porque en Gjirokastër le han
atacado. Y por eso ha tomado rehenes. Gurameto le pide que los libere a todos,
incluido a un farmacéutico judío. Fricciones, deliberaciones…Fritz acepta….por
la antigua amistad.
Ahora estamos en el año
1953. Han pasado diez años y son los comunistas los que están en el poder. Quién
le iba a decir a Gurameto el grande que esa cena—que nunca debió producirse—tendrá esas consecuencias. Es
detenido, junto con Gurameto el chico (siempre juntos, como siameses…) y se le piden explicaciones sobre lo que pasó
aquella noche. Dos jueces se encargan de su caso. No le dejan ni a sol ni a
sombra.
Estamos en las semanas anteriores
a la muerte de Stalin, el padre de todos los comunistas, que se produce el
cinco de marzo. Uno de los jueces, obsesionado, le acusa de ser un “bata blanca”.
¿Cómo un médico puede querer asesinar a Stalin? ¿Es eso posible? Gurameto el
grande está en el sitio equivocado y con la profesión equivocada. Esta muerte hace que los hechos se
desarrollen de manera precipitada, desordenada, entre maquinaciones y
paranoias.
La que se ha liado por una cena....